Francia vivió una escena inédita. Nicolas Sarkozy, presidente entre 2007 y 2012, ingresó este lunes a la prisión de La Santé, en París, para cumplir una condena de cinco años por conspirar en la financiación ilegal de su campaña electoral con dinero del régimen de Muamar el Gadafi.
El exmandatario, de 70 años, se convirtió en el primer expresidente francés en ser encarcelado desde 1945. La noticia marcó un momento histórico para una nación que se enorgullece de su sistema judicial y su tradición republicana. A su salida de casa, en el elegante distrito 16 de París, decenas de simpatizantes lo despidieron entre aplausos.
Sarkozy fue trasladado bajo un fuerte dispositivo policial a la prisión del siglo XIX, ubicada al sur del Sena. Allí ocupará una celda de nueve metros cuadrados con ducha, escritorio y televisión. Por seguridad, fue alojado en el área de aislamiento, separado de otros reclusos.
Un símbolo de rendición de cuentas
Antes de entrar en prisión, Sarkozy declaró que mantenía la cabeza en alto y confía en que “la verdad triunfará”. En un mensaje publicado en redes sociales, afirmó que “no es a un expresidente a quien encarcelan, sino a un hombre inocente”.
El presidente Emmanuel Macron confirmó que lo recibió en el Palacio del Elíseo días antes de su ingreso, mientras el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, aseguró que visitará el centro penitenciario para garantizar la seguridad del exmandatario. Estas muestras de apoyo reabrieron el debate sobre la relación entre poder, justicia y humanidad en la política francesa.
El poder frente a su propio juicio
Por otro lado, el caso reaviva la discusión sobre la integridad en el poder y los límites de la responsabilidad pública. La condena no solo representa un hecho judicial, sino una reflexión colectiva sobre la ética del liderazgo.
Dentro de su celda, Nicolas Sarkozy lleva consigo dos libros: una biografía de Jesús y El conde de Montecristo. En ellos, el exmandatario parece buscar refugio y símbolo, recordando que incluso las historias de caída pueden inspirar redención.