El potencial ambiental de México se escribe con historias de transformación que están marcando la pauta para toda América Latina. Desde comunidades indígenas que defienden sus bosques hasta mujeres que lideran cooperativas sostenibles, el país no solo preserva sus recursos naturales, sino que también redefine cómo hacerlo con justicia y visión de futuro.
Entre las historias más destacadas del año están los logros de la comunidad de Capulálpam de Méndez, en Oaxaca, donde el manejo forestal comunitario ha permitido conservar más de 6 mil hectáreas de bosque mientras se generan empleos dignos. También resalta el trabajo de las mujeres rarámuri que transformaron la recolección de hongos silvestres en un modelo de negocio basado en la revalorización cultural y la biodiversidad local.
Modelos comunitarios que equilibran ecología y economía
Por otro lado, la resistencia de las comunidades mayas frente al avance del Tren Maya en la Península de Yucatán revela una narrativa donde el desarrollo económico y la protección ambiental siguen en tensión. Aun así, los testimonios documentados evidencian que la conciencia sobre el territorio ha dejado de ser marginal: hoy es parte del discurso nacional.
En estados como Baja California y Jalisco, nuevas prácticas en pesca sustentable y agricultura regenerativa apuntan a una innovación arraigada en la sabiduría local. Además, proyectos liderados por jóvenes en Chiapas, como el monitoreo comunitario del jaguar, muestran cómo la tecnología y el activismo pueden ir de la mano.
Según datos de la Comisión Nacional Forestal actualizados en noviembre de 2025, más de 150 comunidades mexicanas están certificadas por su manejo sustentable del bosque, una cifra récord en América Latina.
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