Durante la inauguración de “México por el Clima, Semana de Acción”, la Jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, dio la bienvenida en el Bosque de Chapultepec y en el Papalote Museo del Niño a representantes de la ONU, empresas, organizaciones civiles, pueblos originarios, academia y gobiernos locales, reunidos para impulsar una agenda común frente a la crisis climática.
En este foro multisectorial, Brugada anunció que la Ciudad de México elevará su meta de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a 35 % hacia 2030, integrando al sector privado como corresponsable del cumplimiento.
“El planeta nos suplica a gritos unirnos por el bien de todos y todas”, expresó la mandataria al lanzar este compromiso. Sin embargo, puertas afuera de la conferencia, la realidad ambiental de la capital cuenta otra narrativa.
Expertos con décadas en la defensa ambiental en México observan que este evento con gran cobertura mediática podría fungir como uno más de los ejercicios de brandwashing institucional: un despliegue decoroso para la prensa, pero con escasa capacidad de transformación real en los barrios.
Inundaciones, basura y discursos vacíos
El contraste salta a la vista, mientras el discurso climático acapara el escenario oficial, muchas colonias de la Ciudad de México se inundan de basura y agua estancada. El día que arrancó la Semana de Acción (8 de octubre de 2025), una tormenta torrencial convirtió avenidas en ríos desbordados.
Estas inundaciones son intensificadas por la basura que obstruye el drenaje: residuos plásticos y sólidos taponan coladeras, de modo que cualquier aguacero desata encharcamientos severos. En 2025, se han retirado más de 11,800 toneladas de basura de plantas de bombeo en el Valle de México, lo que muestra la magnitud del problema en el sistema de drenaje.
La Ciudad de México genera aproximadamente 12 mil toneladas de basura al día, volumen que supera la capacidad del servicio de recolección. En consecuencia, montones de desechos se amontonan en vías públicas — desde Iztapalapa hasta Álvaro Obregón — bloqueando alcantarillas, propagando olores ofensivos y favoreciendo fauna nociva.
Vecinos reportan sitios donde más de 10 toneladas diarias de basura quedan regadas en las calles; esta acumulación obstruye coladeras, provoca agua estancada y convierte varias zonas en puntos insalubres. Estas —inundaciones por lluvias extremas y residuos fuera de control— aumentan la vulnerabilidad climática de la ciudad, pero apenas reciben atención frente al glamour del evento.
Patrocinadores bajo la lupa: brandwashing corporativo
Aunque en esta nota no se repetirán los mismos patrocinadores del segundo artículo, conviene exponer uno nuevo. Durante la presentación de la Semana de Acción, se confirmó que Uber figura como patrocinador oficial del evento. Uber y otras empresas como Nestlé, Heineken, Holcim, Santander y Seguros AXA aparecen como aliados estratégicos del foro.
La participación de Uber en este tipo de eventos es problemática: aunque presume programas como Uber Planet para ofrecer compensaciones de carbono voluntarias al cliente, esta estrategia es señalada por especialistas como un intento de maquillar su huella de carbono real en lugar de transformarla estructuralmente.
Uber obtiene exposición positiva, el logo que acompaña discursos sobre cambio climático, mientras su modelo de negocio sigue basado en miles de autos funcionando a combustibles fósiles.

Gobierno cómplice del maquillaje
Para el gobierno capitalino, albergar “México por el Clima, Semana de Acción” fue una oportunidad de proyectarse como líder climático —un caso clásico de greenwashing institucional. Brugada calificó a la ciudad como “epicentro” de la acción climática y presumió alianzas privadas para cumplir metas de emisiones.
Erika Valencia Torres, directora ejecutiva de México por el Clima, aplaudió que este evento colocara a la Ciudad de México en el circuito global del activismo climático, al nivel de Nueva York o Londres. Pero ese discurso es inconsistente: este no es el primer foro climático grande en América Latina.
Ciudades como Bogotá, Lima o Ciudad de México fueron sede de convocatorias similares en años anteriores; además, la COP 2025 se celebrará en Brasil, lo cual demuestra que México y la capital no tienen la exclusividad climática que pretenden proyectar.
El discurso de “liderazgo climático” repite fórmulas estructuradas para la prensa internacional, sin exigencia real de rendición de cuentas locales. La frase “No hay planeta B, pero sí hay un plan A: resistir, organizarnos y hacerlo juntos”, pronunciada por Julia Álvarez Icaza, contrasta con la escasa eficacia en resolver las inundaciones y la basura a escala local.
Mientras Brugada y Valencia dan la cara, personajes políticos como Eduardo Murat Hinojosa operan detrás del escenario. Aunque Murat mantiene perfil bajo durante el evento, aparece en el programa oficial como ponente del sector empresarial.
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Su implicación discreta sugiere que actores con aspiraciones políticas orquestaron esta iniciativa que pretende lucir como ciudadanía unida, pero se monta como una estrategia publicitaria institucional.
Para académicos y activistas consolidados —con más de 20 años en defensa ambiental— es evidente que el gobierno capitalino aprovecha la causa climática como vitrina simbólica. El verdadero escrutinio debe centrarse no en el brillo del evento, sino en la capacidad del gobierno para resolver las urgencias ambientales reales: drenajes tapados, recolección deficiente, falta de infraestructura pluvial, inundaciones recurrentes.
Todo esto sin olvidar que el evento tuvo un costo de $8,000 pesos para aquellos que quisieran una experiencia VIP y una cena de “alto nivel” que mencionaba costos de recuperación de $10,000 pesos por persona. Al ser un evento patrocinado por el gobierno, es necesario que su uso se transparente.
Por último, sin acciones tangibles que atiendan crisis locales —infraestructura de drenaje, gestión de residuos, prevención pluvial— el evento “México por el Clima, Semana de Acción” corre el riesgo de quedar como un repertorio mediático más que como un instrumento de cambio real.