Iguanas congeladas tras ola de frío en Miami
Cuando las temperaturas bajan en el sur de Florida, los efectos van más allá del abrigo ocasional. Este agosto, en la región de Miami-Dade y Broward, una escena peculiar se repitió durante varias mañanas: iguanas paralizadas, caídas de los árboles como si fueran hojas secas. Aunque parezca alarmante, este fenómeno es bien conocido por los expertos y tiene una explicación científica contundente.
Las iguanas, originarias de climas cálidos, no toleran temperaturas por debajo de los 50°F (10°C). En condiciones de frío extremo, su metabolismo se desacelera drásticamente, llevándolas a un estado de parálisis temporal. Lo más curioso es que, aunque parezcan muertas, muchas de estas iguanas sobreviven y recobran la movilidad cuando el clima mejora. Esta reacción biológica, más que una tragedia natural, es una metáfora de adaptación y supervivencia.
Este fenómeno es solo un reflejo más de cómo el cambio climático impacta incluso en el entorno urbano de una ciudad tan vibrante como Miami. La comunidad hispana, que representa más del 70% de la población en algunas zonas, ha demostrado una capacidad única de adaptación ante los cambios, no solo climáticos, sino también económicos y sociales.
Además, este tipo de eventos naturales reavivan el interés por innovar en soluciones sostenibles y fortalecer el vínculo entre la comunidad y su entorno. Desde startups verdes hasta programas educativos en escuelas locales, la resiliencia está en el centro de cada acción.
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