Gavin Newsom refuerza su perfil presidencial hacia 2028
La política cambia de ritmo cuando una figura pasa de negar ambiciones a admitir que explora seriamente el poder máximo. En Estados Unidos, Gavin Newsom ya no esquiva la pregunta sobre una candidatura presidencial y reconoce que pensaría en la Casa Blanca después de las próximas elecciones, mientras su mandato en California termina en enero de 2027 y el límite de reelección lo empuja a mirar el siguiente escenario nacional.
El gobernador advierte que la decisión aún queda lejos y apela a la idea de que el destino tendrá la última palabra. Además, vincula su posible participación en 2028 con una preocupación mayor sobre si el país mantendrá elecciones libres y competitivas, lo que refuerza su discurso como figura que se posiciona frente al regreso de Donald Trump a la presidencia.
Gavin Newsom ya dejó atrás la etapa en la que decía tener interés casi nulo en una campaña presidencial. Hoy reconoce que piensa en ello mientras impulsa una iniciativa electoral propia y se comporta como un aspirante en preparación. También aprovecha su presencia en redes y los nuevos códigos de la política, donde la fama y la capacidad de romper la burbuja digital se vuelven un activo central.
Su perfil combina etiquetas y contradicciones. Algunos lo ubican como liberal de San Francisco, mientras él reivindica una historia personal marcada por una infancia con madre trabajadora, lejos del estereotipo del político de cuna privilegiada. Se define como un pragmático duro, propone un partido que vaya de Manchin a Mamdani y evita encasillarse entre alas moderadas o progresistas.
Las comparaciones con figuras como Bill Clinton lo muestran como alumno aventajado de la vieja escuela demócrata, mientras su presencia en el escenario social y mediático lo presenta como protagonista natural. Aliados de peso, desde el propio Clinton hasta Willie Brown, lo describen como talento presidencial en potencia, incluso mientras reconocen que su marco ideológico sigue siendo difícil de encasillar.
La eventual candidatura de Gavin Newsom no se jugaría en un vacío. En el Partido Demócrata ya se habla de una posible competencia interna con Kamala Harris rumbo a 2028. Ambos crecieron políticamente bajo el mismo padrino en San Francisco y han evitado enfrentarse de forma directa, aunque los mensajes recientes apuntan a que los dos desean seguir en la primera línea nacional, ella desde la narrativa de que aún no termina su carrera y él desde la idea de que el futuro lo empuja a dar el siguiente paso.
Esa tensión se refleja en guiños, en encuestas tibias para Harris y en pequeños roces, como la llamada perdida que ella relata en su libro y que él atribuye a un número desconocido mientras redactaba un comunicado. Al mismo tiempo, los analistas imaginan escenarios donde Newsom consolida su aspiración y negocia espacios con otras figuras demócratas para evitar choques que fragmenten al partido en pleno regreso de Trump.
El elemento más inesperado en la ecuación se llama Kimberly Guilfoyle. La exesposa de Gavin Newsom, hoy asociada al universo MAGA, ayuda a tender puentes con voces de la derecha que participan en su podcast y le permiten explorar en público al otro lado del espectro. Ese giro genera críticas entre demócratas y preguntas en medios como CNN, pero también muestra su apuesta por entender a quienes hoy dominan partes del debate. Con esa mezcla de cálculo, exposición y riesgo, Gavin Newsom llega a esta fase con cuatro campañas estatales acumuladas en siete años recientes.
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