Veracruz entre el agua y la indiferencia: tragedia que expone el desgaste del discurso transformador

Veracruz entre el agua y la indiferencia: tragedia que expone el desgaste del discurso transformador

Seis días después de las inundaciones que devastaron varios municipios de Veracruz, el panorama sigue siendo desolador. Ni la magnitud de la tragedia ni el dolor de miles de familias han provocado la reacción inmediata que el país esperaba. Lo que debió convertirse en un movimiento coordinado de todas las secretarías, gobiernos estatales y actores políticos, terminó reducido a promesas incumplidas y silencios incómodos.

El desastre exhibe con crudeza el fracaso de una administración que prometió una transformación profunda y terminó repitiendo los mismos vicios de siempre. La llamada Cuarta Transformación, que se presentó como un cambio ético e histórico, se ha ido desdibujando entre omisiones, negligencias y casos de corrupción cada vez más evidentes.

La visita presidencial que dejó más reclamos que esperanza

La visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a las zonas afectadas despertó, en un inicio, esperanza entre la población. Sin embargo, lo que se esperaba como un gesto de consuelo y compromiso se transformó en decepción. En lugar de empatía, los damnificados recibieron reproches por atreverse a reclamar lo que les corresponde: atención, ayuda y responsabilidad gubernamental.

Durante esa visita, la escena que más resonó no fue la de la solidaridad presidencial, sino la del regaño. Ante los reclamos legítimos de los afectados, Claudia Sheinbaum respondió con gestos de molestia y con una señal inequívoca: pedir silencio con la mano. Las cámaras captaron el momento en que, en repetidas ocasiones, hizo la seña de “callarse” a la multitud, como si se tratara de una madre reprendiendo a sus hijos por decir lo indebido. Esa imagen —la de una presidenta mandando callar a quienes perdieron todo— quedará grabada en la memoria política de Veracruz y del país, símbolo de un poder que en lugar de escuchar, exige obediencia.

El momento quedó registrado en video y difundido ampliamente en redes sociales, donde miles de usuarios criticaron la actitud presidencial.

 

Símbolo del autoritarismo y la falta de empatía que marcaron la visita de Claudia Sheinbaum a las zonas inundadas de Veracruz.
Cuando el poder pide callar: la imagen que marcó la visita a Veracruz

Las críticas estaban más que justificadas. Miles de familias lo perdieron todo mientras las autoridades municipales, encabezadas por el presidente de Poza Rica, Fernando “El Pulpo” Remes Garza —íntimo amigo de Andrés Manuel López Obrador—, ignoraban los riesgos advertidos desde hace meses.

Remes Garza quedó exhibido públicamente al admitir, en video, que el proyecto del muro de contención del Río Cazones “estaba parado”, pese a que había un presupuesto asignado. Afirmó, con cinismo, que “se chingaron el dinero”, aunque reportó que la obra se había pagado al 100% con un presupuesto de 14 millones de pesos. En realidad, los trabajos apenas alcanzaban un 30% de avance cuando se declaró su cumplimiento total. Esta contradicción no solo revela corrupción, sino desprecio absoluto por la seguridad de los ciudadanos.

Rocío Nahle y las omisiones que agravaron la catástrofe

El gobierno estatal tampoco puede evadir su responsabilidad. La gobernadora Rocío Nahle, envuelta en múltiples polémicas por presuntos actos de corrupción durante su breve gestión, omitió activar los protocolos de emergencia cuando la Conagua ya había emitido alertas sobre el volumen de agua esperado. Esas advertencias eran comparables a las que se lanzaron en Guerrero antes del paso del huracán Otis, pero Nahle decidió no reaccionar.

El resultado fue devastador: el desbordamiento de los ríos y la pérdida de miles de hogares. Lo más alarmante es que el gobierno de Veracruz pidió a los habitantes de Poza Rica acudir a los refugios siete horas después de que la Conagua alertó sobre lluvias torrenciales. Esa demora agravó el impacto del desastre y puso en riesgo innumerables vidas.

El cinismo político frente al dolor ciudadano

Pretender que los damnificados reciban con entusiasmo a las autoridades responsables de esta crisis es un acto de cinismo. Resulta absurdo que se les pida silencio cuando su tragedia es consecuencia directa de la corrupción y la incompetencia. No se trata solo de un desastre natural: se trata de una cadena de decisiones negligentes y de un sistema político que ha normalizado la impunidad.

Las omisiones de los gobiernos municipal y estatal no fueron simples fallas administrativas, sino síntomas de una estructura de poder corroída. El discurso transformador de la 4T se fractura en Veracruz, donde los viejos hábitos del poder han vuelto a imponerse.
En este contexto Rocío Nahle y Fernando Remes comparten la responsabilidad política y moral de un desastre que pudo prevenirse. Mientras el agua se retira lentamente, la confianza pública se hunde. Veracruz enfrenta no solo la furia del clima, sino la de un sistema político incapaz de aprender de sus errores.

Ahora, cuando la población intenta recuperarse, la Conagua ha emitido nuevas alertas por lluvias en el sur del estado. Se prevé que, a partir del sábado, aumente el potencial de precipitaciones, con lluvias puntuales de 50 a 75 milímetros en el sur de Veracruz y de 25 a 50 milímetros en la zona montañosa del centro.
Esta advertencia llega en el peor momento, cuando los damnificados apenas comienzan a levantarse de la catástrofe anterior. ¿Cuál será la respuesta del gobierno ante este nuevo riesgo? ¿Existe un plan de acción real o volverá a repetirse el ciclo de omisiones y promesas incumplidas?

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