Política pública bajo presión y sin sustento técnico
La propuesta de gravar videojuegos considerados violentos volvió a colocar al gobierno federal frente a una crítica recurrente: legislar sin diagnóstico claro. La decisión de cancelar el impuesto del 8% incluido en el Paquete Económico 2026 no corrige el fondo del problema. La iniciativa nació sin criterios técnicos, sin definiciones operativas y sin una metodología verificable que justificara su aplicación.
La presidenta Claudia Sheinbaum reconoció públicamente la dificultad central del planteamiento. Resulta inviable distinguir con precisión qué títulos promueven violencia y cuáles no. Esa admisión deja al descubierto un proceso legislativo improvisado, diseñado sin análisis previo y con asesorías que no ofrecieron sustento sólido.
México enfrenta una normalización real de la violencia. El Estado debe responder con políticas públicas eficaces. Sin embargo, la estrategia de prohibir o castigar aquello que se percibe como nocivo, sin evaluar impactos sociales ni evidencia científica, ya ha mostrado resultados limitados en otras medidas de la 4T.
En este caso, la iniciativa no especificó qué videojuegos serían gravados ni explicó los parámetros utilizados para clasificarlos. Tampoco presentó estudios actuales que demostraran una relación causal entre el consumo de videojuegos violentos y el aumento de la violencia social. La ausencia de estos elementos convirtió la propuesta en una medida poco seria y difícil de aplicar.
Un análisis publicado por Aristegui Noticias reveló que los estudios citados para justificar el impuesto no demostraban causalidad y, en varios casos, estaban desactualizados o desacreditados. La Asociación Estadounidense de Psicología sostuvo desde 2020 que no existe evidencia científica suficiente que vincule directamente los videojuegos violentos con conductas violentas.
Atribuir fenómenos complejos a un solo factor desvía la atención de causas estructurales como desigualdad, violencia previa y falta de oportunidades. El propio reconocimiento presidencial confirma que la propuesta careció de un filtro técnico adecuado.
Organismos como Europol y el Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia de la Ciudad de México han advertido riesgos específicos en entornos digitales, como el grooming o el reclutamiento criminal. Estos hallazgos exigen regulación focalizada, prevención y educación digital, no impuestos generales definidos de manera ambigua.
La cancelación del gravamen evita un error operativo, pero deja abierta una pregunta clave: ¿quién asesora estas iniciativas y con qué criterios? El costo de malas propuestas no solo es político, también debilita la credibilidad de políticas necesarias para atender problemas reales.
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