La imagen idílica del sur de Florida, con sus humedales vibrantes y biodiversidad desbordante, está cambiando. En los últimos años, los manglares, esas especies clave en la defensa contra el cambio climático, han comenzado a colonizar territorios de marismas saladas en la región. Lo que parecía un triunfo ambiental, ahora plantea un dilema ecológico de grandes dimensiones.
El fenómeno se conoce como “migración de manglares” y ha cobrado fuerza desde 2023, impulsado por el aumento sostenido del nivel del mar y la reducción de heladas. Esta expansión altera el equilibrio natural: desplaza hábitats tradicionales, modifica las dinámicas de especies locales y transforma ecosistemas que han sostenido por siglos tanto a la fauna como a las comunidades humanas.
Manglares en Florida y su impacto económico en comunidades latinas
Además, el impacto no se limita a lo biológico. En regiones como Miami-Dade, donde la cultura hispana encuentra en la economía verde un campo fértil para la innovación y el emprendimiento, estos cambios abren también oportunidades de adaptación. Nuevos modelos de negocio en restauración ecológica, monitoreo ambiental y turismo sostenible emergen al calor de esta transformación.
No obstante, los científicos advierten que el avance no controlado de los manglares puede reducir la capacidad de las marismas para filtrar nutrientes y sostener aves migratorias, afectando no solo al ecosistema, sino también a actividades como la pesca o el aviturismo. El equilibrio entre conservar y adaptarse exige decisiones ágiles y coordinadas.
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