Render del nuevo salón de la Casa Blanca con diseño blanco y dorado, inspirado en Mar-a-Lago, la mansión de Trump en Palm Beach.
Trump rediseña la Casa Blanca al estilo Mar-a-Lago

Trump rediseña la Casa Blanca al estilo Mar-a-Lago

Donald Trump busca transformar la Casa Blanca con un proyecto que combina ambición, estética y polémica. Su nueva propuesta, un salón de eventos de 250 millones de dólares en el ala este, promete modernizar la residencia presidencial y, al mismo tiempo, refleja su característico estilo inspirado en Mar-a-Lago, su icónica propiedad en Palm Beach, Florida.

Las imágenes del diseño muestran techos dorados, columnas blancas y grandes candelabros. Aunque el proyecto se presenta como una mejora funcional para recibir a dignatarios extranjeros, críticos sostienen que se trata de un intento por replicar el lujo personal de Trump dentro del corazón político de Estados Unidos.

Un legado arquitectónico bajo debate

El nuevo State Ballroom contará con 90 mil pies cuadrados y capacidad para 650 invitados, triplicando el espacio actual. Trump y sus aliados aseguran que donantes privados financiarán la obra, lo que evitaría gastos públicos. Sin embargo, legisladores demócratas y conservacionistas advierten que el proyecto implicó la demolición de un edificio histórico, alterando la esencia patrimonial de la Casa Blanca.

Además, el parecido con el salón de Mar-a-Lago ha reavivado el debate sobre la fusión entre política y marca personal. Para muchos, esta remodelación representa más que una expansión arquitectónica: es la extensión física del estilo de liderazgo de Trump, donde la imagen y la ostentación se convierten en símbolos de poder y éxito.

Entre la funcionalidad y la marca Trump

El expresidente ha defendido la iniciativa como una necesidad práctica. Argumenta que el nuevo salón evitará el uso de carpas temporales para ceremonias internacionales. Sin embargo, los planos y proporciones recuerdan al salón de 20 mil pies cuadrados de Mar-a-Lago, conocido por su mezcla de lujo clásico y ornamentación dorada.

En consecuencia, la Trump White House podría marcar un punto de inflexión en cómo los líderes conciben los espacios de poder: no solo como escenarios de diplomacia, sino como reflejos de identidad y estilo personal.

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